9 de enero de 2014

New year's eve.








Para mí el día de fin de año siempre se convierte en uno de los más estresantes del año: mi casa se convierte en un caos y el cuarto de baño en un salón de belleza: el pelo, las uñas, el vestido, la cena, las medias, los tacones, el rímel, la laca, las prisas… Nunca llego a mi fiesta antes de las 3 de la mañana… Quería algo totalmente diferente.


Este año el día 31 lo dedicamos al turismo y la vida contemplativa. Completo relax y nada de prisas. Nos pasamos el día recorriendo la zona y al anochecer nos fuimos al hotel, con muuucha calma. Una ducha, el vestido, un poco de pintalabios y listos! No había terminado tan rápido en mi vida. Además hacía tanto calor que las medias no eran una opción, y tan relajado era el ambiente que los tacones fueron otra cosa que descartamos de la lista. Estuvimos a punto de salir incluso en chanclas… Al final nos decantamos por las bailarinas, jeje.


 
Un brindis para despedir el 2013.



Si no fuera que ya estabamos listos para marchar... el agua estaba calentisima!





¡9 de la noche y listos!

Así que directos a Miami Beach! Cenar algo por el camino y a la playa.



A las 12 de la noche el cielo de la ciudad se llena de luces. Los fuegos artificiales cubren cada rinconcito y es imposible levantar la cabeza y no ver luces en cada esquina.



No teníamos ni idea de por dónde empezar así que nos dirigimos hacia donde iba la manada… me apoyé en una valla y a esperar a ver qué pasa… en cuestión de minutos empezaron a lanzar los fuegos justo delante de nosotros; todo lo que tenía ante mí era la arena y una hilera de fuegos artificiales poniendo música a la noche de Miami. No tengo ni idea de cuánto duro aquello, pero os aseguro que fue impresionante.












¿Y ahora? Con el subidón por la suerte que acabábamos de tener encontrando el sitio perfecto, nos fuimos en busca de algo de fiesta. Por el camino encontramos un bar que ponía: 20 dólares todo lo que puedas beber. ¡Allá nos fuimos! El bar de un hotel al lado de la playa, una camarera encantadora y todos los cócteles que queráis probar. Nada de garrafón, sino que te preparan unos combinados riquísimos! Eso sí, cuando llegamos sólo quedaba una hora hasta que cerraran... ¡pues a cundir los 20 dólares para toda la noche!



La verdad que ya os digo que nuestro plan fue muy relajado…. Tanto que poco más hicimos que estar en este hotel, jejeje. Estábamos de lo más a gusto en la terraza, pidiendo las copas de dos en dosJ Allí conocimos a más turistas con los que nos hartamos de reír y de ahí, simplemente a ¡pasear por la ciudad! 


¿Listos para coger el coche? Pues a descansar, que el día 1 de enero viene pisando fuerte y tenemos que rendir.


La verdad que no fue la noche que me habría imaginado, pero fue simplemente estupenda. Si creéis que es necesaria una macro fiesta y gastar muchísimo dinero y romperse la cabeza en una noche y una ciudad como esta… quizá os complicáis demasiado.










Por cierto, la otra opción para esa noche era ir a NY, a  Times Square… Mis amigas allí congeladas y nosotros en Miami muertos de calor, con los pies llenos de arena y bailando en la calle disfrutando del clima tropical… desde luego Nueva York no era para mí una opción. Eso sí, cuando cae la bola en Manhattan (que por cierto, ya la había visto en uno de mis viajes a NY, cuando la estaban probando, por lo que eso ya me quedó hecho) sueltan un montón de confeti sobre toda la gente que llena la plaza… En realidad son papelitos, cada uno de ellos (supuestamente) con el mensaje de alguien, pidiendo un deseo. ¡Yo envié el mío! Así que mi representación en la Gran Manzana quedó hecha. ¿Que qué pedí? La verdad que ni me acuerdo ;)




 



No hay comentarios:

Publicar un comentario